miércoles, 12 de agosto de 2015

Cumplemes Au Pair y el Día C

Poseidon
Ayer se cumplió un mes desde que llegué a tierras alemanas, aunque si me pongo a pensarlo no es demasiado tiempo, estoy tan metida en la rutina diaria que me da la sensación de que llevo toda la vida aquí.

Estas última semana no ha pasado nada digno de mención, aparte de otras dos minicrisis a la hora de hacer muffins. Uno relacionado (otra vez) con huevos, y uno relacionado con un pimiento inexistente, que debería estar, pero no estaba... Sí, lo sé El destino me está diciendo a gritos que deje de hacerlos... pero es que están tan ricos... T_T.

Así que celebrando el mes hoy quiero recordar una anécdota que ocurrió en mi primera semana aquí, y que desde entonces será recordado como "El Día C". Antes de nada, me gustaría establecer un poco de contexto (¡el contexto lo es todo, señores!):

1. M había aprendido a desabrocharse los pijamas y quitarse el pañal, por lo que últimamente le estábamos poniendo el pijama con la cremallera al revés (idea de mi predecesora I, porfivuelvepronto).

2. Esa semana hacía mucho, mucho, mucho calor. Sé lo que estaréis pensando: ¿Calor en Alemania? ¿Hola? ¿Te acabas de dar con una piedra en la cabeza? ¿Tú, que vienes de España, de EXTREMADURA, piensas que hace calor en ALEMANIA? Bueno, la respuesta es sí. Hace calor. Y un calor de mil demonios, porque no es un calor seco y maravilloso. NO. Es un calor húmedo, que se te pega a las entrañas. Yo creo que ni en el infierno quieren este calor, y por eso lo han mandado a la superficie terrestre. AAARRGGG.

3. Al hacer tanto calor, era necesario un pijama de verano. Ahora bien, no tengo muy claro si en esta casa tienen algo en contra de los pijamas de verano como tal, o es que no se esperaban que iba a hacer este calor, pero en lugar de pijamas fresquitos lo que hay son pijamas cortados. Yo no tengo nada en contra de la ropa cortada, yo soy la primera que ha utilizado esta técnica más de una vez y repetidamente para "arreglar" mis camisetas, pero creo que hay ciertas ocasiones en las que igual gastarse unos euros (que a mí me da que aquí no faltan) es más conveniente. El protagonista de esta historia es un pijama que tiene agujeros para que corra el aire. Agujeros, no pequeños agujeritos, no. Agujeros. En los que cabe mi cabeza.

Y ahora vayamos a por la historia. Era el primer día en el que yo entraba sola a por los niños en el último turno. I estaba en la habita preparada por si ocurría una hecatombe y tenía que entrar en mi ayuda. Hecatombe, hecatombe... no. Pero se le acercó mucho. Entré, tan feliz, deseosa de demostrar que era capaz de enfrentarme a dos churumbeles a la vez.

Maia
Y entonces, fue cuando descubrí, que el pañal de M salía abierto, por uno de los agujeros del pijama. No solo es que estuviera abierto, es que estaba lleno de caca. Bueno, mejor dicho, TODO ESTABA LLENO DE CACA. M estaba lleno de caca. El pijama estaba lleno de caca. La cuna estaba llena de caca. Su hermana estaba llena de caca. Todo. Con la máxima calma que pude, que he de reconocer que fue mucha (me sorprendí positivamente), cambié al pequeño culpable, cambié las sábanas, limpié a A, y me senté a darles de merendar. Al final solo pensaba: "me tenía que enfrentar a esto en algún momento, así que supongo que cuanto antes, mejor".

En este mes no he vuelto a sufrir una hecacatombe (ba dum tss por el chiste malo), aunque reconozco que muchos días entro con temor a lo que me pueda encontrar.


Por otro lado, creo que ha sido un buen mes. Sigo sin tener toda la confianza que podría tener en cuanto a mi nivel de alemán, pero reconozco que me siento más segura que al principio. Y además, hay cuatro pequeñas almas que me alegran a diario. Dos durante mis horas de trabajo (aunque hay veces que me sacan de quicio un poco) y dos durante mis horas libres.


Auf wiederschreiben!



Sonando: Matemática de la carne - Rayden

sábado, 1 de agosto de 2015

Instinto perruno y el no tan desastre de los muffins

Ya ha pasado una semana desde mi último día entero libre (parece mentira, cómo pasa el tiempo) y esta semana (cómo no) ha tenido sus cosillas, de esas que le dan chispa a la vida...

Por fin, después de adaptarme a los horarios alemanes, y a mis ratos libres, y después de valorar concienzudamente si era necesario hacer algún tipo de ejercicio físico mientras observaba las barritas Kinder que están en mi cómoda... decidí salir a correr. La casa en la que vivo está relativamente cerca de lo que viene siendo el campo, así que pensé que era buena idea dar un par de vueltas entre los parajes. Además, aprovechando la coyuntura me dije: me llevo a Posi, que impone y así el pobre sale, corre un rato, se desfoga y además me hace ilusión correr con un perro. Bueno. Esa era la idea. 

Cogí la correa de Poseidon y salimos los dos a hacer nuestra sesión de ejercicio, todo ilusionados. Para quien no lo haya probado nunca, correr con un perro con correa significa que el perro probablemente tire de ti, y te obligue a ir más rápido de lo que tú de normal podrías (también quiero dejar claro que aquí yo no soy precisamente Usain Bolt) por lo que hasta que salimos al campo, me llevó asfixiada. Cuando ya llegamos a un punto donde no hay ni coches, ni demasiadas personas (si acaso una o dos en todo el recorrido) le solté, y empecé a correr yo a mi ritmo, y él al suyo, corriendo hacia adelante y hacia atrás, saltando, brincando, siendo feliz. Y es en este momento cuando yo dejo de ser feliz, porque me encuentro que en este campo todo es cuesta arriba. Que a ver, que sí, que piensas: bueno, luego serán cuesta abajo; pero eso lo piensas cuando estás quieto, no cuando estás subiendo una cuesta del infierno. Para rematar la faena, divisé un perro a lo lejos, e intenté (sin éxito) engancharle la correa a Posi, para que no saliera corriendo a toda leche hacia el otro animal. Pero a Posi le pareció una idea de lo más maravillosa ir a socializar con alguien más de su especie y, efectivamente, arrancó a correr. En esto, que al lado del perro había un muchacho y yo solo podía pensar: Ay madre, que la lío. Por favor, que Posi sea amistoso T_T. Después del sprint de mi vida, me encuentro con que Poseidon solo quería olerle el culo a su compañero canino (afortunadamente), y ahí nos quedamos, el muchacho y yo, muy cómodos, viendo como se olfateaban mutuamente... Conclusión: no estoy segura de si quiero volver a llevarme a Posi a correr.

Los huevos
Por otra parte, los niños una vez a la semana comen muffins de verduras (que están maravillosamente buenos, todo hay que decirlo) y esta semana les tocó el miércoles. El martes por la noche, comprobé que tenía todo lo que necesitaba, y después de una carrera por parte de mi jefe al supermercado, tuve la mozzarella faltante. Hasta ahí todo bien. El problema vino al día siguiente, cuando mi jefa decidió que era mejor duplicar las cantidades, para que así pudiéramos comer todos (con todos se refería a ella, a mí y a los niños de 20 meses). PROBLEMA: para duplicar las cantidades necesitábamos un huevo más. Bueno, no es un problema que no tenga fácil solución, cuando mi jefa fuera a la panadería, traería huevos. Problema resuelto. Hasta que empecé a preparar la masa de los muffins y abrí la caja de los huevos nuevos. Eran unos huevos monísimos, de colores, preciosos y brillantes. Y COCIDOS. Sí, sí, cocidos. Y ahí me quedé, con el huevo cocido en la mano, mirándolo como una tonta (porque ya estaban el resto de ingredientes mezclados) pensando: ¿Y yo ahora qué coño hago? Después de escribir a mi hermana desesperada, la respuesta vino de la mano de internet. "El huevo proporciona humedad a las recetas [blablabla] se puede sustituir por aceite [blablabla]." Total, que sin ninguna convicción de espíritu, me dije: de perdidos al río. Total, peor que sin un huevo no pueden quedar. He de decir, que a pesar de mis reticencias, el resultado fue bastante similar al acostumbrado: 

PINPAR 1 MUFFINS 0.

Lo único, que salió una cantidad de muffins tan grande, que podríamos haber invitado a comer a toda la calle y aún así habrían seguido sobrando...

Y creo que hasta ahí la crónica de esta semana. Ahora, aprovechando que hace sol, me voy a la ciudad a ver otros seres humanos.

Auf wiederschreiben!